viernes, 4 de marzo de 2011

Nuevos apocalípticos e integrados.

Conocemos aquellos conceptos manejados por Umberto Eco en un libro de recomendable lectura de 1965 titulado ‘’Apocalípticos e Integrados’’. Conceptos estos que tienen que ver, entre otras cosas, con las distintas visiones con respecto a la cultura de masas y los mass media. Utilizando esos mismos conceptos sería posible redefinirlos en la actualidad pues ya los llamados por Eco ‘’apocalípticos’’ no son enemigos de las nuevas tecnologías; en el mundo global y altamente tecnificado parece no quedar ya enemigos de la tecnología. Los ‘’ apocalípticos’’ empleando no ya el concepto a la manera de Eco sino puramente semántica serían aquellos que utilizando los mass media y las tecnologías punteras difunden un mensaje supuestamente ‘revelador’(la etimología de Apocalipsis griega va por ahí) que ve conspiraciones en todas partes y planes ocultos de dominación secreta y mundial (nada nuevo), y los integrados pero tampoco como los entiende Eco, sino como los que transmiten discursos de aceptación de los modelos sociales o políticos demasiado poco o nada transformadores. Entre unos y otros, que son la mayoría, se echa en falta un espacio de debate transformador pero no sectario, sin argumentos apriorísticos y sin discursos preconstruidos que se intentan adaptar a la fuerza con calzo ideológico a la realidad para supuestamente entenderla. Referencias veraces y contrastables que no caigan en tópicos de defensas o ataques partidistas. Sabemos lo que nos vamos a encontrar en tal o cual publicación virtual (aunque también en las otras cada vez más desplazadas). Y como si de equipos de futbol se tratara se ‘’toman posiciones’’ de apoyo o repulsa. La izquierda y la derecha política se anda confundiendo con eso desde hace tiempo en los medios, cuando lo único que vemos ‘grosso modo’ es o una aceptación del modelo o una sospecha inútil por poco definida y fantasiosa. Nada queda claro entonces, pero por algo la poca claridad conceptual era ya la estrella del pensamiento dominante occidental desde hace decenios, la llamada ‘posmodernidad’. Curiosamente los nuevos apocalípticos resentidos con occidente siguen simpatizando con viejas teorías posmodernas del llamado pensamiento débil aunque pretendan crear paradójicamente pensamientos supuestamente ‘fuertes’. Los ‘integrados’, desde el significado antes mencionado de aceptadores o más bien justificadores, también simpatizan con autores llamados posmodernos aunque escogen a los más cercanos a sus posturas como hacen los otros. Lo cual no es de extrañar pues todos son un producto de ese pensamiento autodefinido como débil que por el hecho de ser el dominante no tiene nada de débil. La modernidad es o ha sido una idea de renovación, de transformación consciente, pero al alcanzarse la supuesta superación de la modernidad (como lo entienden los llamados posmodernos) parece que deba conformarse con la ‘’hermenéutica’’ (la interpretación) donde prima el vale todo que es otra forma de decir que nada vale. Así que la renovación, la transformación queda sólo en lo aparente, en lo visible. La angustia existencial que según Lipovetsky fomenta la obsesión exacerbada con el cambio de la modernidad no es producto de la modernidad sino de las teorías posmodernas que el mismo ha creado. El proyecto moderno nunca fue desarrollado ampliamente y en todas sus posibilidades como para hablarse de ‘’superación’’ y estadio ‘post’ siendo éste el mayor engaño posmoderno; en algunos países ni siquiera se llegó a la modernidad, o bien de forma importada sin generarlo por sí mismo. Los acontecimientos recientes que vivimos en países árabes parecen ser una búsqueda de modernidad y no de posmodernidad siempre que los medievalistas fundamentalistas no se aprovechen de las nuevas coyunturas. Y tampoco el proyecto frustrado de la modernidad pero no por ello sin valor y posibilidad de reconstrucción admite a esos ‘’apocalípticos’’ e ‘’integrados’’; es un pensamiento superador de esas clases de visiones del mundo o de desesperados y resentidos catastrofistas, o de aceptadores del statu quo sin capacidad critica que no sea la de justificarse y justificar como norma.